lunes, 12 de marzo de 2012

Cuando un par de lápices bastaban

Ustedes pueden pensar que el motivo de esta columna ya está un tanto trillado si se guían sólo por el título y puede ser cierto, pero no la escribo solo para hacer un ataque al consumismo (donde coincido con ustedes que ya hay demasiada gente hablando y mucho mejor que yo), tampoco es para centrarme en la crueldad a la que somos sometidos  todos los padres de este país con hijos en edad pre y escolar, con la famosa lista de útiles; no, no, no; esta columna es para reportar otro hecho: ¿qué cresta pasó con el papel maché, los diarios, los tarros, los totorotos del papel confort, las tapas de botella, los palitos de ropa, la ropa usada, los palillos, la arpillera, los vasos de yogurt y aquellas cosas desechables que podían ser más de una cosa al mismo tiempo, con un poco de imaginación?

Este sentimiento surgió en medio del operativo de marcar más de $70.000 de útiles escolares de lo más modernos, atóxicos, en colores que antes no existían, en formatos de lo más prácticos, entre otras virtudes que nos tenían anonadados y trabajando coordinadamente hasta las 12 de la noche de un día domingo.

Todo iba bien hasta que de pronto apareció entre los 10 blocks que le pidieron a mi hija de casi 3 años, uno que decía: "papel entretenido", y ahí mismo fue que se despertó mi neurona proselitista...¿qué chucha es esto? - pensé-, lo abrí, para ver que no eran más que 10 hojas de papel con diversos motivos de 50 x 70 cm y por la módica suma de $990...Y bastó solo eso para que se desataran otros recuerdos de torturas anteriores, como las 10 lucas que nos costaron los adornitos de pascua, hechos con botones de medidas específicas y precio específico, que terminaron cocidos por niños de 2 y 4 años con haaaaaaaarta ayuda de las tías para que el pascuerito pareciera eso y no un paralelepípedo con ojos... o las 16 corontas de choclo para el adorno central de la mesa que me costaron más caras que la cresta, en medio de una de las sequías y alzas de precios más descomunales de los últimos 10 años....y también el día que la tía amorosamente me devolvió las barras de pegamento porque no respeté la quinta palabra de la frase, ese adjetivo calificativo, que decía "grande".

Cuando digo que con "un par de lápices bastaba", me refiero a que un lápiz tenía tantas funciones, como la imaginación pudiera crear: aparte de escribir, pintaba, servía para sacar el pegamento del tacho, permitía hacer puntillismo, carboncillo, ¡si le llebava goma, hasta borraba! y cuando estaba tan chico y tan roñoso, podía ser usado incluso en una obra de arte o ¡para tirárselo a los compañeros!.

El problema es que mis hijos viven en un mundo donde las cosas son sólo una sola cosa, donde los autos no vuelan y donde los mezcladores de tempera jamás en la vida podrían ser de vasos de yogurt vacíos. Donde el totoroto del papel confort jamás ha sido usado para otra cosa que no sea tirarlo a la basura y solo cobra vida en su versión de "goma eva" pegado con "silicona termoformante"...osea, impensable decirle a mis hijos que el papel entretenido podría ser hecho de papel regalo...¿se imaginan?, se espantan!.

Recuerdo una vez cuando me volví loca tratando de encontrar un simple ula ula del tamaño de un niño de 3 años y ante mi fracaso le dije a la tía "píntele por mientras un círculo en el suelo". En la noche le pregunté a Simón qué había pasado y me contó que efectivamente la tía le dibujó el ula ula y yo muy victoriosa le dije a mi hijo: que bien Simón, ¿viste que se puede usar la imaginación?, sí mamá -me respondió- pero yo era diferente y diferente no me gustó...

¿Qué saco entonces con hacer una cruzada juntando cachureos que mis hijos jamás sabrán que sirven para algo?, porque fíjense ustedes que yo junto los totorotos, con la secreta esperanza que algún día me los pidan  en el jardín y por fin, por fin en la vida, los tenga a mano, así mismo con los vasos de yogurt y los tarros de café...

A lo que iba con esta columna es a la falta de consciencia, a la pérdida de imaginación, al deshuso del concepto "práctico" "reciclable" "desechable" "económico" que antes tenía tanto sentido y eco. Cuando hacíamos las mismas lamparitas con papel de diario pintado y no con papel entretenido, cuando la profesora se preocupaba de la economía de los padres...

Ahora no importa que para para producir 10 simples láminas de papel entretenido tenga que morir un árbol o se tenga que desangrar a la clase media por adquirirlo. En este devenir nosotros también tenemos gran parte de la culpa, por que vamos por la lista y acatamos, por que nadie quiere que su hijo "sea diferente". Pero pensemos un rato: ¿los mamarachos de los niños quedan más lindos por usar cartulina española?, NO, entonces, porqué no usar papel kraft o de diario pintado?, porqué no pintar un tarro para hacer un joyero...
No lo hacemos aún sabiendo que en una mochila caben los útiles de un año entero y que en un año, podríamos juntar los materiales para las manualidades de los niños de toda la época escolar...





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