lunes, 7 de mayo de 2012

Del extraño mundo de los números y el universo que procrean

Llevo años pensando esta columna, reflexionando acerca de todos sus eventos y de cómo poder contar la historia sin herir los sentimientos de nadie. La verdad es que tal vez no se pueda, porque en el mundo de los números, como ustedes saben, 2 + 2 son 4 y punto. 

Yo estudié en un colegio pequeño, lo que ahora podría denominarse perfectamente de "enseñanza personalizada", más encima terminamos 16 alumnos en 4° Medio...

Desde la enseñanza básica tuve problemas con las matemáticas, me costaba mucho entender y no era la favorita del profesor, que además me ignoraba y así fue generándose una distancia inexplicable entre los números y yo. Tampoco llegué al extremo de reprobar el ramo, pero con mucho esfuerzo rozaba el 4.0.

Las cosas no fueron mejores en la enseñanza media, donde ya era más evidente que tenía aptitudes para las letras; por lo tanto, para mi y para muchos otros compañeros, el mundo de los números nos estaba vedado.

La "mejor" mitad se fue al científico y nosotros, los que no podíamos desenmarañar el misterio, tuvimos que conformarnos con las humanidades, pero sepan ustedes que además, existía otra clase peor, los "tecnológicos", esa invención de los primeros años de los 90´s diseñada para quienes no tenían ni esperanza de llegar a la universidad...que dolor.

Sin embargo, las matemáticas te acompañan igual durante toda la enseñanza media, por tanto, tuvimos que aprender o al menos intentarlo, pero no fue fácil.

Aquellos que tuvieron la fortuna de entender la esencia que conecta unos números con otros, eran tratados con  soberana cotidianeidad, condescendencia y pleitesía. A los demás, se nos hizo saber desde un principio que ni un esfuerzo valía la pena para formar a futuros "pobres", sí señores, nosotros pertenecíamos a una categoría sin esperanzas, con un futuro poco promisorio. Debo aclarar que del lado privilegiado, estaban grandes cerebros, que hoy efectivamente tienen una historia relacionada a las ingenierías y matemáticas. Para mí ellos siguen siendo grandes amigos y de los cuales estoy muy orgullosa. Ellos tuvieron una oportunidad que supieron aprovechar y un trato especial, pruebas especiales, de alta dificultad e incluso representaron a un 3° medio en un ensayo de PAA (Prueba de Aptitud Académica), dejando en ridículo al curso que debía salir ese año, fue maravilloso. Eran unos tipos brillantes, hay que decirlo.

Nosotros en cambio, los futuros pobres, que no valían el esfuerzo, teníamos que aprender a sumar y restar, cumpliendo eso sí, el programa del ministerio, pero éramos públicamente ciudadanos de segunda clase, menoscabados a vista y paciencia de una generación (que ya les había comentado), estaba acostumbrada al maltrato; por lo tanto, no veía mucha maldad en tales palabras, más que las bromas por ser unos tontos...

Yo y muchos otros crecimos creyendo que no teníamos "habilidad", que éramos "menos inteligentes que", menos capaces, crecimos con un "debe"...debo decir que este grupo estaba compuesto por alumnos de excelencia y que efectivamente muchos de nosotros elegimos el camino de las letras. Hoy todos ellos (o nosotros) son grandes profesionales que admiro profundamente, este no es el punto. El punto es otro.

Secretamente, sépalo usted, yo gustaba de las matemáticas, pero no las podía entender, había un extraño punto en el camino, donde yo no pude juntar los palitos para el puente y es verdad, pero de ahí a ser una futura pobre y no valer el esfuerzo, ese es otro tema.

Por años, pensé que yo era Periodista, claro, escribía bien, me iba bien, así cualquiera se convence, pero durante todo mi tiempo de estudio y ejercicio, había un agujero que fue creciendo hasta que me vi enfrentada a la vida laboral y descubrí dentro del cerebro de mis entrevistados un punto en común, el pensamiento racional...y así fue como yo también quise emprender ese camino, pero sin base.

Mis primeras semanas en las clases de Finanzas de la escuela de Ingeniería Comercial fueron un desastre, como a los 5 días no aguanté y me fui derechamente a llorar al baño. Llamé a a mi marido y le dije: "no se qué estoy haciendo aquí, yo no puedo, soy un fracaso...hay una "M" botadita que no entiendo para qué sirve, pero todos hacen algo con ella". Mi marido, al otro lado del teléfono, (del cual estoy segura que el algún momento igual pensó ¿qué hace una periodista tratando de hacer un MBA?), me dijo, pucha amor...y no recuerdo que más, pero me dijo....esa "M" botadita se llama sumatoria, sume mi amor, sume...".

Volví a la sala, me senté, me calmé y tal como en "Una mente brillante", un paraíso se abrió frente a mis ojos, más de 25 años de fracaso matemático acabaron ese mismo día, con sólo haber entendido para qué servía ese palito para construir el puente. A partir de ahí, me transformé en la mejor alumna del ramo, sí profesor, yo, esa alumna que no valía la pena, ni su esfuerzo, sí podía entender matemáticas...no es que  ahora sea una ingeniero exitoso como usted esperaba, no, porque ya me había gastado el crédito universitario en una carrera que no era para mí. Lo que quiero que sepa es que años después esta misma conversación la tuve con otra compañera que no valió su esfuerzo y que vivió lo mismo: estudió una carrera humanista, no por que lo fuera, sino porque creía que el otro camino le estaba vedado, por que se sentía inferior. Igual terminó dándose cuenta que en realidad los números era lo que amaba y que no eran tan complicados, los números son sólo eso, números, pero son sus interacciones lo que gente con habilidad de análisis social no pueden entender a la primera, necesita explicar el contexto...nada más.

¿Era necesario darse una vuelta tan larga para descubrirse a sí mismo?, yo creo que no, que era innecesario...tampoco creo que usted sea un villano que nos traumatizó y que por su culpa seamos profesionales infelices, para nada, finalmente uno es dueño de su destino y hace de su vida lo que puede; pero creo que debiera reconsiderar seriamente su metodología, por que de una u otra manera influye en las mentes de los niños, sobre todo de los más inseguros, permeables e influenciables. Una palabra puede cambiarlo todo, puede generar una realidad y eso es algo que yo y usted estudiamos.

Querida amiga, querido amigo que estás allá en el sur siendo empresario, sumando, restando, haciendo flujos de caja futuros y que estuviste junto a nosotras en el lado de los "malos". Esta columna es en honor a ustedes, en honor a mi y para nada en contra de usted profesor, pero era necesario que algún día lo supiera.  Al menos yo, lo respecto y le guardo afecto.

2 comentarios:

claudia dijo...

Eres genial Mabel, me identifico tanto con tus comentarios.. uffff yo se lo que es la tortura de los números.. te felicito desde ya, una vez mas me demuestras como "se puede" superar.

Anónimo dijo...

Me encantó..me gustaría saber si te molestaría que compartiera tu experiencia con mis queridos alumnitos de I° Medio...
YIta

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