miércoles, 21 de marzo de 2012

Adelgazar por que se te da la gana

Hace algunas semanas comencé una dieta, hace algunos días tuve una honesta y extraordinaria conversación con mi marido respecto más que a las razones de porqué decidí hacer una dieta, a las razones por las cuales decidí engordar. Su conclusión, porque soy idealista. Mi conclusión, porque nunca, ni por una sola vez me dejado de amar.

Yo nací, flaca, fui desnutrida, raquítica y completamente acomplejada en la infancia y adolescencia. Mis piernas fueron siempre un obstáculo para mi, tanto así que llegué a ponerme  paños doblados debajo de las pantys para no ver la tibia descarnada de los bordes interiores...lo que para algunos era sinónimo de "belleza", para mi era una tortura.

Otra cosa que debo reconocer, es que esa extremada delgadez era por la dieta bastante poco calórica de mi mamá, que carente de los recursos mínimos, me crió a pura sopa y yo, por la gran cantidad de energía que tenía, gastaba mis pocas calorías en un sin fin de actividades.

Lo que nadie sabe, es que yo nací con hambre, sí, desde que tengo uso de razón, siempre he sido ansiosa y siempre quise comer más y mejor. Según mi marido, la confesión que voy a hacer es sólo una forma egoísta de justificar mis decisiones, para mí fue una revelación y punto: Hace años me hice una regresión, gracias a un contacto que me dio mi amiga Patricia Montero. En mi visión del pasado, estaba yo, entre otras cosas muriendo de hambre, triste, solo (porque era hombre), pero por sobre todo, muy enojado, por morir joven y estar consciente de que mi muerte era injusta, ¿cómo no nacer entonces con sed y hambre?, hambre de comida, de bebida y de vida, ¿de tener consciencia de esta segunda oportunidad?, en fin, es una larga historia de descubrimientos de la que puedo hablar en otra oportunidad, la cosa es que me permitió entender amorosa y condescendientemente esta inexplicable sensación de hambre y gran necesidad de comer bien y en grandes cantidades.

A los 18 años ya había comenzado un lento e inexorable aumento de peso, completamente descontrolado, porque era incapaz de decir no cuando pasaban frente a mi los más exquisitos platillos.

Contrariamente a lo que puedan pensar, mientras veía al espejo la deformación creciente de mi cuerpo, sentía un gran placer y un gran amor por mi misma, incluso comencé a usar falda y a amar mis piernas...nunca dejé de sentirme hermosa y el espejo me devolvía una imagen fenomenal de mi misma; sin embargo ocurrió un hecho que lo cambió todo. Me hice consciente de haber logrado mi objetivo.

No vayan a pensar que no me importaba en lo absoluto, de hecho hice varias dietas, tomé pastillas, comí miles de kilos de lechuga, sin embargo mi cuerpo y principalmente yo misma, se resistían a abandonar una causa superior: demostrarle al mundo que pese a ser una mujer deforme, la clave de todo, está en uno mismo. Nunca, jamás, ni flaca, ni gorda, ni mediana, voy a ser un sujeto común, yo soy yo y así, tal cual soy, quiero que me respeten y me amen hasta la médula, porque hay un ser en mi interior que me hace única, porque soy una buena persona, porque me amo a mi misma y exijo que me respeten.

Esta discusión llevó a mi marido a hacerme una gran revelación, nunca le pregunté a él qué pensaba respecto a mi gordura, pero yo estaba claramente consciente de la respuesta, ¡señores!, si vivimos en el mismo planeta, en una sociedad de cánones únicos, lo que pasa es que yo no quería enfrentar la situación, no por miedo a su respuesta, sino por miedo a lo que yo tenía que decir al respecto, que la puerta estaba abierta para buscarse un modelo talla S, cuando él quisiera. Para mi era una situación muy incómoda, porque la verdad hubiera sido dura para ambos. Menos mal que pudimos tener una conversación civilizada y muy enriquecedora, tanto para mi como para él.

El punto en todo caso es que hoy estoy a dieta, no porque quiera ser una chica sexy y que mi marido se pasee conmigo del brazo por la plaza, con el pecho en alto, diciendo "esta es mi mujer", estoy a dieta porque se me da la gana, porque siento que mi ansiedad ha sido aquietada durante todos estos años, porque la comida exquisita ya no me provoca el placer de antes y punto.

Quiero volver a ser flaca porque quiero probarme a mi misma que puedo, sin más ambición, aunque no puedo negar que igual me fascina ir a las tiendas y aunque solo he perdido 4 miserables kilos, me siento una diva, siento que soy dueña de mi misma, ¿y saben lo que es sentir eso?. Estoy llena de energía y perdóname mi amor (tu ya lo sabes), pero no estoy haciendo esto por ti, ni por todas las amigas amorosas que mas de alguna vez me dijeron que estaba gorda, que era linda pero tenía que bajar de peso, lo estoy haciendo por mi, porque en este minuto de mi vida se junta el quiero y el puedo hacerlo...eso mis queridos, no se da muchas veces en la vida, así que no se molesten en decirme que linda que me veo cuando pese menos, porque la verdad es que eso no tiene la menor importancia para mí, salvo el hecho que voy a estar más orgullosa que la cresta de haber escalado otro peldaño en el crecimiento personal...

1 comentario:

Anónimo dijo...

Bravo MAbel!

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