lunes, 13 de marzo de 2017

Pedaleando hacia un futuro incierto

Ayer salimos con mi hija en bicicleta. Hace rato que quería hacer alguna cosa solo conmigo. Mientras pedaleábamos, una al lado de la otra, me dijo que algún día quería irse conmigo a recorrer Chile en bici. A mi me pareció una idea excelente, le dije que sí al tiro, pero primero teníamos que cambiar de bici, porque en las de paseo no llegamos a ninguna parte. Nos pusimos de acuerdo sobre qué edad tendría ella cuando emprendamos el viaje y me dijo que a los 14 años le parecía una edad apropiada. Decidimos ir hacia el norte y me preguntó dónde íbamos a dormir, si podía llevar a "pipa" y su ropa favorita y así, nos fuimos andando y armando este futuro divertido y lleno de aventuras.

De pronto pensé que cuando ella tuviera 14, yo tendré 50 años y hasta ese minuto, nunca me había cuestionado el paso del tiempo. Tuve miedo al pensar si estaré en condiciones de cumplir su sueño. Me pregunté cómo estarían mis piernas, mi cuerpo y mi mente a esa edad. En algún punto hasta me aterroricé. Yo soy la mamá que todavía le gana las carreras, que logra subir pedaleando hasta la casa, por esa enorme cuesta que nos separa del plano; la que sube cerros, la que nada, la que anda en patines, la que trepa al árbol de damascos a sacar los que están a una altura inescrutable. La mamá que mis hijos conocen hoy, sí puede emprender ese viaje mañana.

Uno podría engañarse pensando que el futuro "físico" depende sólo del acondicionamiento, es claro que en un porcentaje sí, pero también del azar, de los genes, de la suerte y de la vida misma. ¿estoy haciendo lo correcto cuando le ofrezco un viaje imaginario a mi hija de 7?, tuve miedo de que algún día recuerde ese momento y piense que le mentí, que no cumplí con mi parte del trato. Creo que debo retomar esta conversación más adelante para decirle que deseo con toda mi alma hacer ese viaje con ella, pero debe saber que su ocurrencia, no depende solo de nosotras dos.

No me reconozco con un divagar aciago, pero de todas formas, como madre responsable no quiero dejar promesas sin cumplir. De todas formas, me consuela saber que mientras pedaleábamos le compré una bicicleta nueva,con alforjas rosa, le hablé del calor del sol en La Serena, de la arena caliente del Valle de la Luna y supo de las empanadas de mariscos de Los Vilos. Hice ese viaje con ella ayer domingo 12 de marzo de 2017.

Por ahora, me resta tratar con aquello que puedo controlar, en una de esas a los 50 sí puedo poner en la alforja a su muñeca "pipa" y llevarla también a recorrer el mundo.


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