martes, 12 de septiembre de 2017

Meditar en lo próximo: El problema del pensar calculante en la educación

Hace unos días nos enteramos del suicidio de un estudiante de la Alianza Francesa, poco después de 2 eventos que permearon una grieta de fragilidad, disfrazada de buen rendimiento académico: lo sacaron del colegio con carabineros tras encontrarlo con 1,7 gr de marihuana (llamaron 1ro a los papás, pero estos no respondieron) y luego, lo expusieron ante el "tribunal de disciplina" de su colegio, el cual lo suspendió por 9 días. Uno de esos días, en vez de reflexionar y escribir un ensayo sobre los efectos del consumo de marihuana en los adolescentes, el niño decide quitarse la vida, ahorcándose en una plaza. 

A partir de este hecho lamentable, donde el huésped inquietante es la decisión adoptada por quienes educan en nombre de Antoine de Saint Exupery, se evidencia un vacío de reflexión que bien puede ser despreciado mañana en nombre del "cumplimiento de obligaciones legales". 

No se si el hecho de denunciar a carabineros, algo que probablemente se repite diariamente en muchos establecimientos del país, el suicidio de un niño post evento traumático o producto de sus propias carencias físicas o afectivas; el perfil del colegio, el tema expuesto a la luz pública, los dichos de sus compañeros, la reacción y declaraciones de sus padres o la suma de todo lo anterior, ha gatillado un conjunto de reflexiones muy apropiadas sobre la insana comodidad que nos ofrece esta cajita llamada educación. 

Sería un error entrar a repetir lo que expuso Cristián Warnken tan lúcidamente en 1ra instancia y luego en sucesivas misivas internas y públicas, pero sí quisiera ahondar en el concepto de de "pensar calculante" que él menciona, pero que en realidad fue propuesto hace mas de 1 siglo por el filósofo Alemán Martin Heidegger, durante su búsqueda de la comprensión de los vínculos entre el desarrollo y el sentido del ser (o sein). 

Para Heiddegger existían 2 tipos de pensamiento, el calculante y el reflexivo. El 1ro orientado a la planificación, estrategia y el control y el 2do, el sentido de todo cuánto es. Lo razonable es que se suprima toda oposición de lo uno con lo otro, pero ¿qué es la educación moderna, sino un mecanismo ad-hoc sólo al 1ero de ellos?. El pensamiento calculante ha sido exaltado como un falso profeta del desarrollo, pero también es el responsable de la contaminación, la depredación, la extinción  y es una forma de vida cosificante, que aliena, robotiza y deshumaniza al niño y finalmente al adulto, pues desde su más tierna infancia lo visualiza como un mero instrumento; aunque también es un hecho que contribuye a la investigación a alcanzar eficacia técnica y eficiencia en el uso de los medios.

Uno termina evaluando la salud mental de un niño a partir de si es buen alumno o no. Niños adoctrinados y eficientes en eventos concretos, exitosos dentro del modelo propuesto para salir del subdesarrollo y alcanzar los estándares de la OCDE, nadie mide hoy a la persona en su integralidad. Como padres estamos perdiendo de vista la esencia de la propia existencia, el pensar meditativo es puesto en un sector periférico, propio de los humanistas o vagos. Pedimos a la educación poner foco en pruebas más fáciles y legibles, que simplifiquen el camino al 7.0. ¿Cuándo ponemos foco en otros aspectos como entregar tiempos de ocio de calidad, tiempo para la creación, reflexión, para formar comunidad?, ¿dónde está el tiempo académico para la solidaridad que se requiere para construir sociedad?, todo eso pasa desapercibido en nuestras agitadas vidas; es más, no tenemos ni idea de lo que esto significa, toma un tiempo demasiado largo, que no tenemos, tiene un costo que no podemos pagar y además depende de la voluntad; por tanto nadie se cuestiona restarlo de las exigencias académicas. Así, la educación resulta completamente funcional al modelo de vida que llevamos. Educar la razón para tener la libertad de tomar decisiones, medir consecuencias y buscar el bienestar de todos, es algo que no veo en el programa ministerial de educación y mucho menos en las quejas de los apoderados que alguna vez asisten a una reunión de curso. La mayoría cree que esas cosas son como los valores y que esos se enseñan en casa. Fin de la discusión.

Puede que esté llevando esta reflexión a un reduccionismo insensato, pero en verdad me preocupa un futuro sobrepoblado de buenos alumnos, vacíos por dentro, que han sido alejados de aquello que los define, los modela y les brinda las certezas necesarias para enfrentar las carencias de la sociedad y las propias crisis internas. Temo por la falta de comunidad, la empatía y la perdida de aquellas palabras que permiten a un niño expresar sus sentimientos y sus emociones cuando necesita taerlas al plano real y que prefiere dejar un mensaje al mundo, ahorcándose en una plaza, un mensaje terrible que pudo ser expresado de múltiples formas, pero que tal vez, nadie supo interpretar, total todos andamos igualmente perdidos.

Si estas dos formas de pensar se alejan o se construyen como únicos modos de acceso legítimo a lo real, amputamos la capacidad de dimensionar la realidad, por eso ahora todo es quien es más culpable o inocente, pero nunca ambas.


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