viernes, 24 de agosto de 2012

El gran secreto de nuestra tradición culinaria

Cuando Anthony Bourdain y Andrew Zimmerman vinieron a Chile yo me piqué y harto, luego se me pasó y pensé que si me hubiera tocado la misión de llevar a alguien a degustar de la comida típica chilena, seguramente hubiera cometido grandes desaciertos también, tal vez no tan weones como decir que el rodeo es un deporte que todos respetan, pero seguramente otros igual de vergonzosos. Ahora bien, no me cabe duda que en cada país que estos señores visitan hay personas como usted o como yo pensando lo mismo, que las elecciones no fueron las mejores, que no era la mejor cerveza, ni el mejor completo, ni el mejor fogón, pero lo cierto es que todo lo que estos señores comieron, efectivamente se prepara en los rincones de Chile, independiente si el cocinero que le tocó tenía mejor o peor mano para hacer el causeo.
Me di la lata de hacer una lista de cada cosa que comieron y fueron más de 40 platos diferentes abarcando desde el carrito, hasta el restaurant pirulo; sin embargo, en ninguna de esas paradas Anthony Bourdain o Andrew Zimmerman notaron que Chile es uno de los pocos países del mundo, donde la verdadera tradición culinaria no está en la calle, sino en las casas.
No tengo el conocimiento suficiente para poder dar respuesta concreta a uno de los aspectos centrales de esta tesis: ¿en qué minuto, nuestro país comenzó a cocinar a puertas cerradas? ¿o siempre fue así?, pues lo que estos señores no saben y seguramente usted tampoco, es que en la casa de mi suegra hay una infinidad de recetas que NUNCA he visto desplegadas en ninguna otra mesa, pero que son degustadas diariamente por un selecto grupo de comensales unidos por su lazo sanguíneo.
Le apuesto que en su casa pasa lo mismo y lo invito a nombrar aquellas recetas que sólo madre o su abuelita cocinan!...eso señores es único y debe tener una explicación sociológica, que por lo demás rompería el mito de que nuestro país tiene una pobre tradición culinaria...
Mote con habas, repollo frito, mutifarra, pato relleno con castañas, cazuela de espinazo de cordero con luche, cazuela de pava con chuchoca, chanfaina, luche frito, charquicán de cochayuyos, cochayuyo frito, son unas pocas recetas que recuerdo en este momento para demostrar este hecho. Tal vez las ha escuchado o las ha probado, pero estoy segura que rara vez, sino NUNCA las ha comido en un carrito o un restaurant y eso es porque estas comidas no traspasaron la puerta de calle de sus preparadores...ahora, si las encuentra ricas o merecedoras de salir a cautivar a las masas, eso es otro tema; sin embargo, a mi nadie me saca de la cabeza que en otros países no pasa lo mismo, lo que cocina la vieja en la casa, también se come en las calles o se vende en los mercados.
El resto de los países no se guardó nada para sí mismos, llevaron el sabor a todo su pueblo; en cambio, nuestra tradición culinaria callejera es el reflejo de una fractura más de una comunión cultural, el reflejo de una identidad, que por diversas causas se hizo reservada, de pequeños núcleos, desconfiada...; sino ¿cómo se explica que mi tatarabuela, mi abuela, mi abuela, mi madre y tal vez yo misma, jamás hemos compartido una receta más allá de nuestro círculo cercano?
Póngase a enumerar aquellas recetas que sólo en su casa se cocinan y piense por qué en Ecuador uno encuentra complejos platos en los mercados y acá usted nunca ha comido repollo frito?, es sospechoso al menos...¿o no?
Menú del día: zapallo frito, arvejas con queso, ¿qué es eso?!. Así, como yo pude nombrar algunas de las recetas que me intrigan por si simpleza, sabor, ubicación, contexto y temporalidad, usted también debe tener  una lista de lo que pasa en su mesa cada cierto tiempo. Dese con una piedra en los dientes antes de decir que Chile tiene poca gastronomía, si somos 15 millones de habitantes, deben haber al menos 3 millones de recetas dando vuelta ¡que sólo su familia conoce!.
Y es que las cosas en Chile siempre son complejas. Nuestra comida es, como ya mencioné antes, el reflejo de una fractura, la demostración gastronómica del no reconocimiento de nuestra diversidad cultural. Nuestra comidas para la tele son sólo aquellas que han sorteado el filtro de la vergüenza que sentimos hacia el pueblo mapuche, el resentimiento frente hacia una inmigración no reconocida, como la alemana, palestina, hindú, negra y de tantas otras latitudes que han llegado a asentarse a Chile, muchas veces violentamente o en el más completo anonimato..ellos dotaron a nuestras madres y abuelas de algunas raras especias y recetas, que tal como implica el término culinario, han sido adaptadas secretamente para deleitar a unos pocos comensales que disfrutan del sabor de la multiculturalidad, pero que han sido incapaces de reconocerlos como propios...así no mas es...por eso es que no podemos esperar mucho más en la próxima visita de estos 2 señores..Respecto a ellos y sus opiniones, quiero decirles lo siguiente: ¡besen MI TRASERO!



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