jueves, 9 de febrero de 2012

Lugares comunes: Las vergüenzas

Hace unos días estaba recordando a una amiga y de pronto tuve esa sensación de mierda, como un cortocircuito, mezcla de vergüenza, asco y desagrado, cuando vinieron a mi mente algunos pasajes de nuestra vida en común, de los cuales me avergüenzo y que pese a los años aún no puedo eliminar de mi disco duro. Son aquellos cagazos, condoros y horrores de la vida, que uno trata de esconder en el subconsciente, como cuando te recuerdas vestida de princesa, vomitando en el baño, haciendo el tony con un mino o llorando por un pelafustán y uf, tantas otras  barbaridades de las cuales voy a hablar en mi blog terapéutico, (haber si las dejo ir). Aquí les dejo "mis vergüenzas".

El beso del terror

Una de las primeras horripilancias que recuerdo fue un día de sol (o al menos no de lluvia), en el pueblo. A unas cuadras de nuestro teatro de operaciones, vivía un tipo con deficiencia mental, a esas alturas debe haber tenido unos 25 años (estimo)...él siempre andaba en medio del gentío y generalmente todos se burlaba de él o le tiraban piedras. Ante tanta crueldad de adultos y niños, un día quise dármelas de buena samaritana y dar el ejemplo entre mis pares.  Les pedí que dejaran de tratarlo mal, que pese a su deficiencia mental era un ser humano, que entendía y había que ser bueno, bla, bla, bla...así fue como me acerqué demasiado a él como para hacerle cariño y clash!, de un tirón me agarró y me plantó un beso en la boca, con su bocaza babienta y abierta de par en par, que aún me causa asco y retorcijones y así fue como me transformé en el hazme reír del barrio.

Siguiendo con historias de besos, recuerdo el vergonzoso capítulo de mi primer beso...que aunque no lo crean, a mi me da "escalofríos", porque suele ser parte del baúl de los recuerdos lindos, pero en este caso...nop. Yo tenía 14 y él 17. Me pidió pololeo, no se si antes o después, la cosa es que fuimos a su casa, donde estábamos solos y por más de media hora trató de darme vuelta la cara para poder darme el beso de coronación de nuestra relación, hasta que finalmente no me quedó más que relajar la vena y ahí vino el "langüetazo de vaca", ese que me dejó hasta las pestañas con baba...era una cosa sin sentido y no es que yo fuera una experta, pero cuando la cosa no va por ahí, se nota...¿o no?, pero lo peor estaba por venir...su santa madre entró sin que nos diéramos cuenta y ahí mismo me habló de la diferencia entre las niñitas decentes "y las otras", esas que se van a meter a la casa de niñitos solos...osea...gracias!, ¡porque no volví nunca más! güacala!

Tierra fértil para la fantasía

No puedo negar que tuve una mentalidad fantasiosa, pero a veces me pasé de la raya...como cuando dije que tenía un tesoro escondido en mi casa o cuando dí jugo como a los 8 años contándoles a mis amigas que tenía un pololo secreto que se llamaba Path Garret Junior!, ¡oh, mi good!, (es que en esa época el gobierno militar nos mandaba muchas de vaqueros) y eso sumado a una mentalidad fantasiosa y novelesca, uf!.

De estas novelas recuerdo el capítulo más vergonzoso...mi papá tenía un hermano que se había ido a vivir a la república hermana y cuando volvió a Chile trató de convencerlo de que se fueran juntos...a mi sólo me bastó escuchar eso, para empezar a despedirme del barrio, de los profesores del colegio, de la directora, de mis compañeros y arreglar mi maleta en diciembre...cuando tuve que volver el año siguiente a clases,  anduve meses escondiéndome para que no se rieran de mi...

Cierra la bocota

Ya más grande, me embarqué rumbo a Puerto Montt a conocer a la familia de mi papá. Trágicamente, la misma noche que "El Colono" levó ancla, partió el papá de mi papá al otro mundo, después de salir de su casa rumbo a la dimensión desconocida que tenía en su mente con alzheimer. Cuando yo arribé a la ciudad, él ya estaba en su ataúd, así fue como lo conocí, tieso. Yo, que no sabía nada de esa familia, los veía a todos llorar y me vino el cortocircuito, porque mi papá sólo me habló de los brutales castigos que otorgaba el finado a sus 10 hijos, como aventarlos contra los árboles y azotes de diversa categoría, entre otros castigos ejemplificadores. No me quedó mas que decir lo extrañada que estaba por tanta pena, frente un hombre tan violento y maltradador. Recuerdo 8 caras girando al unísono, con sus respectivas elecciones maritales y descendencia en común y a mi misma hundirme en el pánico, cuando alguien dijo "mi padre jamás nos golpeó"...no puedo olvidar ese tamaño condoro, pero hasta aquí llego, porque el resto de la semana que pasé con ellos, fue del terror.

Los de cocida, tienen trama conocida

Cagazos de cocida tengo montones, como la patética perfomance frente a un tipo que me gustaba en la universidad, ese que me miró y cachó altiro que estaba cagada de la cabeza y me dejó como "Carrie" después de la fiesta macabra, después del balde de sangre...me sentí igual que Sisi Spaceck, pero sin sus poderes. En otras ocasiones, hice el ridículo, me caí, vomité, hablé webadas, llamé al ex, y un sin fin de lugares comunes. Testigos hay muchos, pero que se callen, por favor, recuerden que esto me da "vergüenza"

Yo no se si "mis vergüenzas", son más o menos terribles que las de otros, tampoco sé porque porque cresta me siguen dando pavor, incluso mientras las escribía! y ahora que estoy terminando de dar la lata, pienso que tengo muchas, muchas, muchas!....incluso vergüenza de contar mis vergüenzas, ajajaja. Ya me voy, me puse colorada. Hasta la próxima!

jueves, 2 de febrero de 2012

Generaciones completas de niños abusados


Han de saber que mi infancia no fue fácil, tanto así que algunos han creado incluso un mito sobre una tal mujer resiliente, con la cual no suelo identificarme, pero que con los años y la evolución de la psicología moderna, he tenido que de alguna manera considerar y aceptar. Hace unos días, sin embargo, mirando las fotos de amigos de la infancia, como por arte de terapia hipnótica, comenzaron a aparecer algunos recuerdos que dan cuenta del oscuro pasado de mi generación. La historia no contada de niños y niñas maltratados y abusados física y psicológicamente a vista y paciencia de una sociedad donde este tipo de comportamientos estaba tan aceptado, que hasta cerraron filas frente al tema, por medio de la tradición popular: "los trapos sucios se lavan en casa", en clara alusión a que ningún tormento podía traspasar la puerta de calle.

El paisaje de mi barrio, visto hoy, va a sonar terrible, pero a los ojos de una niña de 5, 8, ó 10 años, era habitual. Saber que en medio había un abusador de menores que manoseaba a sus propias hijas y a las hijas de los vecinos, era solo una mancha en el paisaje, en otra esfera era considerado un padre ejemplar, incluso yo lo quise para mi, salvo cuando me ponía a pensar quién sería yo en el reino que había creado, donde una de sus hijas era criada como princesa y la otra como obrera.

Unos pasos más allá estaban los hermanitos hijos de un padre extremadamente violento, pero de buen pasar y si giro la memoria estaba el otro tipo de maltrato, el machismo exacervado por la propia madre agredida, que obligaba a su hija a ser la sirvienta de 2 pelafustanes, uno maltratador y el otro abusivo. Unas casas más allá la historia no era mejor, media decena de niños y niñas luchaban para pasar el mes en medio de una familia escandalosa, adicta y agresiva, niñas que no deben haber superado los 16 años antes de que fueran abusadas o terminaran casándose con alguno del mismo clan.

Pasé 13 años en el mismo colegio y recuerdo que alguna vez tuve la valentía de hablar con la directora, una monja aprendiz de Darth Vader, sobre lo que yo vivía, pero fiel a mi poco apego y entendimiento de los protocolos sociales, terminé siendo mil veces más agredida cuando fui llevada por ella ante mis padres y acusada de "inventar" la realidad, humillada por haber "avergonzado" a mis propios padres, avergonzada por no entender que esas cosas "no se cuentan"...así, puedo imaginar y entender porque tantos niños de esa época acallaron y siguen callando y negando sus padecimientos. Incluso hay puertas que nunca me atreví a tocar, pero intuitivamente todos sabíamos que algo olía mal detrás de la cortina.

Prácticamente no veo a nadie en la sala que no haya vivido experiencias similares, está la niña que cargó sobre su espalda a sus hermanos hasta que éstos fueron más grandes que ella misma, que vivió a puertas cerradas cuantas cosas que nunca sabremos; la niña que fue arrancada del colegio y de la cual nunca más volvimos a saber; el niño que empezó a trabajar para su padre, un lanchero alcohólico y que finalmente murió ahogado en el río una mañana del eterno invierno de Aysén, la niña de buena familia que siempre fue menoscabada frente a su hermano, un odioso gordinflón sabelotodo, que creció creyendo que era lo mejor que le ha pasado a este universo, mientras su hermana, creció creyendo justamente lo contrario...al final ninguno de los dos ha podido sostener una relación afectiva normal, uno por estar demasiado endiosado, el otro porque se crió pensando que era un perdedor.

Está la niña que cargó con vergüenza su condición de abandono, para transformarse en la esclava de una mujer avara y manipuladora, escondida tras la piel de buena samaritana. Las hijas de un padre que hizo cargar a su familia con el estigma del suicidio, criadas por una madre de mediana lucidez, que vivieron el maltrato en medio de la arteria principal.

El niño bien del barrio, ese que se crió sabiendo desde chico todo lo que se esperaba de él, que aprendió con buen ejemplo, sobre los rigores del trabajo y del esfuerzo para alcanzar el progreso, al que nunca le faltó nada, pero ¿no es maltrato acaso que nunca haya sido aceptado tal cual era, sino como su familia ejemplar quería que fuera?, pues hasta que ambas representaciones se fusionaran en la madurez, tuvo que atravesar en su adolescencia por profundas depresiones, alcoholismo, drogadicción, soledad y encierro.

Si cuento los pupitres de mi sala no alcanzo, con los dedos de la mano a encontrar niños que hayan tenido una infancia como la que se propugna en la carta de los derechos del niño.

Por eso no me identifico con el concepto de resiliencia, porque la vida se nos fue dada para vivirla, como un matrimonio, en las buenas y en las malas, no había elección y porque salvo un par de decisiones conscientemente tomadas, era tal mi ignorancia, que no puedo decir que haya "salido" de ninguna parte. Es más yo creo que nadie ha salido, todos estamos anclados ahí todavía, unos más o menos. En ese sentido, puedo decir que muy pocos niños de mi generación no fueron resilientes. Pertenezco a una generación agredida y esa es la realidad, pertenezco a una generación de niños que jugaron juntos y que hicieron vista gorda a sus padecimientos, ¿cómo puedo ser un ejemplo yo?, si cada uno de ellos también cambió su destino...ante ese escenario, ahora entenderán que yo no fui una excepción, solo una más de tantos otros que ahora suben fotos a facebook con sus caritas llenas de risa, pasando sus vacaciones en la playa, yéndose de viaje a países exóticos, con hijos preciosos que jamás vivirán lo que ellos han vivido, porque esa generación aprendió con sangre una cosa: a no repetir la historia de sus padres.

Sólo me resta agregar una cosa, sobre la generación anterior a la nuestra...conversando con un compañero de trabajo que podría ser mi padre, casado con la hija de un alto funcionario del ejército del "Régimen Militar", me contó un día lo difícil que fueron sus primeros años de matrimonio, porque su mujer no tenía intimidad normal, hasta que un día él puso un parelé al rechazo habitual, así su mujer tuvo que desnudar su verdad, había sido abusada por el mejor amigo de su padre...otro tipo de altas charreteras, esa noche entendió y sufrió junto a su esposa, pero con los años, tuvo que testimoniar también, lo que todas las amigas de su esposa ocultaban, que pertenecían a la generación de las niñitas bien, abusadas sexualmente por los amigos militares de sus padres...

¿Chile no es acaso un país de tradición abusiva, actualmente lleno de resilientes?

Por favor, les recuerdo que esta historia se basa en los recuerdos de una niña, no quiero herir a nadie y que nadie se sienta ofendido...aquí no hay nombres y todo puede ser una ficción.

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