viernes, 13 de febrero de 2015

Las cinco cosas que odiamos de trabajar

¿Te gusta tu pega?, piénsalo bien...¿te gusta, la odias o odias lo que tu eres en tu pega?.

Mucha de la gente que conozco reconoce que no le gusta lo que hace, pero no le queda más remedio porque eso es lo que paga las vacaciones en Punta Cana y en Punta Picana.

Hace un tiempo me propuse dejar de quejarme de mi trabajo y comenzar a mirarlo con ternura, algo así como reconciliarme con la oficina; al fin y al cabo, tengo seguro de salud, teléfono, un salario seguro todos los meses, aire acondicionado en verano y calefacción en invierno...vivo en el olimpo! y aún así todas las mañanas se desata un gallito entre mi voluntad y mi yo, ¿quién convence a quien para levantarse?. Mi voluntad termina ganando cuando le dice a mi ego, "¿oye, en qué quedamos?, hiciste un compromiso de levantarte todos los días con la cara llena de risa ¿y ahora ya empezamos de nuevo con la misma cantinela?" y bueno, la culpa ustedes saben que es como un balde de agua fría, hace que uno salte de la cama como resorte hacia la rutina.

Me pregunto ¿por qué nos cuesta tanto ir a trabajar?, a fin de mes igual disfrutamos de una u otra manera lo que podemos hacer con el sueldo y bueno, aquí les va mi volón.

1. ¿El problema son los colegas que hacen mal la pega o somos nosotros?

El metro es como una consulta psicológica o un vagón psiquiátrico; por alguna razón todo el mundo lo usa de salita de terapias para sacar las frustraciones de la jornada laboral. Es un océano de relatos, cahuines y pelambres laborales. Estoy segura de que si pusiera una grabadora todos los días, podría escribir un libro titulado "El perfil del trabajador chileno". Les pongo la típica conversación a las 8:00 o si prefieren a las 18:45: 2 o más colegas frente a frente, uno contando lo que le pasó ese día, (un pelambre contra un colega), contando lo mal que el otro hizo la pega, los pasos que uno siguió, lo bien que lo hicimos, lo mucho que merecemos reconocimiento y la inexplicable razón por la cual el colega que hace mal la pega, aún sigue ahí y más encima gana mas que uno. Es cosa de escuchar las conversaciones, son todas iguales. Ese vagón lleva lo más granado de nuestra idiosincracia y la mamonería que nos precede. Vemos el trabajo con los ojos de las madres de hace 200 años. En la pega mostramos la hilacha, eso que aprendimos en la casa; una casa donde la mamá se mete en todo lo que hace el cabro chico, donde inconscientemente la buena crianza se malentiende en hacer niños centrados profunda e irreparablemente en ellos mismos, donde aprendemos desde chiquititos que todo lo demás está mal hecho, donde el niño ve y escucha a la mamá y al papá criticar a la vecina y a las amigas sobre cómo éstas crían a sus hijos. En el trabajo somos una fotocopia de esa sociedad proteccionista y temerosa del otro. No por nada los franceses nos critican los métodos de crianza y los ingleses y los suecos y bueno, todo el mundo. En la pega nos cuesta el trabajo colaborativo, el jefe se cree bacán y el guardia de seguridad también. Finalmente la reflexión es ¿son los colegas los que nos hacen la pega un infierno o somos nosotros que no sabemos cómo tener una mirada más amplia y empática sobre el entorno?

2. La distancia entre nosotros y la cultura corporativa

Por supuesto, en una sociedad donde las personas están centradas en ellas mismas, mientras más distancia exista entre la cultura corporativa y la cultura individual, mas insostenible es soportar el trabajo. 

Pienso en mi amigo marxista que dice cuanto odia a su jefe cuando calcula matemáticamente las ganancias y mueve y saca cajas como en un puzle basado en la rentabilidad diaria, semanal y mensual...y bueno, también en ese que le gusta lanzar la casa por la ventana y tiene que soportar la fiesta fome de fin de año o las celebraciones de cumpleaños obligadas; en el tipo piola que tiene que contar un chiste en la oficina por las mañanas; en el gordito que tiene que hacer pausa activa; en la mamá que no puede poner fotos de sus hijos en su módulo o cambiar la silla por una más cómoda por mantener la estética; en ese que gana poco y no puede almorzar en la oficina porque al jefe le molestan los olores o en tipo klout+50 que no tiene acceso a redes sociales; ese que tiene un jefe que le tira tallas que jura graciosas y en tantos otros como yo, que deben soportar un clima organizacional totalmente distinto al propio. 

La reflexión es: ¿qué tan usted mismo puede ser en su trabajo?, pues pienso que mientras más auténtico pueda ser uno en su pega, mucho más sana es la relación que tenemos con ésta. 

3. No trabajar en algo que realmente tenga sentido de lo humano

La verdad de las cosas que son bien pocos los que hacen cosas que realmente tengan valor y sentido humano. La rentabilidad no se la lleva nadie a la tumba, no se puede comparar a educar o salvar la vida de las personas. 

La mayoría de nosotros nos desempeñamos en trabajos que no tienen ningún vínculo con el nuestras emociones, deseos o la humanidad, entendida como la naturaleza del género humano. ¿Crear un nuevo sistema informático?, ¿vender seguros?, ¿estar en el retail?, ¿en la banca?, ¿a quién le sirve eso?. No quiero ser peyorativa, pero la verdad es que hasta la señora que hace pie de limón los fines de semana puede disfrutar de la belleza de lo que produce y el placer que causa. Todos los demás estudiamos para tener estabilidad económica y trabajamos para rentabilizar la operación. Hay algunos que son secos en su pega, pero seamos honestos, no se puede confundir ser bueno en algo, que ser un aporte a la sociedad.

Ese vínculo mágico con la humanidad es inconscientemente una de las razones por las que cada día hay una pelea entre la voluntad y el alma. ¿A qué vamos al trabajo?, ¿qué nos retorna el trabajo para el alma?...chuta, en mi caso mejor me quedo callada. 

4. Lo poco que podemos disfrutar con la retribución económica del trabajo

Hay gente que gana mucho dinero y otras que ganan muy poco, ambas tienen en común una cosa: el poco tiempo y los pocos los placeres que pueden alcanzar con el dinero. Hoy como somos una sociedad aspiracional, obtenemos placer de salir a comer a cada vez mejores restaurantes y viajar al extranjero a cada vez lugares más lejanos y exóticos; como somos una sociedad capitalista, alcanzamos el placer yendo a comprar; pero si uno hiciera una lista de las cosas que hacemos para disfrutar, yo diría que es bien cortita. ¿No les parece raro que todos hagamos lo mismo?, ir al cine a ver el último estreno, salir a comprar, ir a una piscina los fines de semana, hacer asados, salir a comer, ir a algún concierto pagable, una obra de teatro poca, hacerse las uñas, salir a comprar, salir a comer (¿alguien se le ocurre otra cosa?). Se trabaja tanto y el tiempo es tan poco y la publicidad está tan bien dirigida que nos damos vuelta todos en lo mismo. Conozco súper poca gente que haga cosas distintas, no se poh, tomar clases de piano, escalar cerros, salir a acampar un fds, tomar clases de alguna manualidad, pintar, dibujar, correr, ir al gimnasio, salir de aventura con los niños...nuestros placeres están bien acotados, ya no se me ocurre qué otra cosa puede existir para alimentar el alma...¿existe eso?

5. Saber que en realidad no somos importantes para la empresa

La posición en la cadena alimenticia corporativa, los logros alcanzados y nosotros mismos en tanto trabajadores, tienen relevancia solo en el ámbito laboral; mas allá de eso somos simples seres humanos. El "éxito" se acaba cuando te despiden. Vivir sabiendo eso, causa un rencor inconsciente. En cualquier momento, todo lo que has dado, el tiempo que has dejado de estar con los que realmente importan, el significativo aporte de valor que crees ser para tu compañía, no vale de nada frente a las "necesidades de la empresa". Es un tema no menor, es como saber que mañana vas a morir. ¿Cómo se levanta uno en las mañanas sabiendo eso?, pues con sabiduría y consciencia del lugar que ocupas y lo que vales. El goce debe estar en otra parte, ponga sus fichas en eso y sea exitoso, no las ponga en lo laboral. No se tome la pega tan en serio. En la pega NADIE es indispensable. 

Dicho esto, pienso en que en verdad es difícil mirar el trabajo con ternura, pero sí con un poco mas de sabiduría. Tal vez no llegue a levantarme con la cara llena de risa, porque estas 5 cosas realmente me joden de onda. Pienso que por esa razón todos estos años he intentado ser yo misma en cada trabajo que he hecho y bueno, me ha ido bien y a veces mal. Finalmente la pega, creo, es como un matrimonio, debemos ser compatibles los dos para que funcione el motor del equilibrio y no sea una tortura, ¿o no?. 




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