jueves, 17 de octubre de 2013

Cómo nos vemos las mujeres

Desde hace un tiempo a esta parte estoy yendo casi a diario al gimnasio a tratar de recomponer 38 años de relaciones cortadas entre el agua y yo. Luego de un disciplinado skroll de técnica autodidacta, me ducho, me seco y entremedio me doy un tiempo de observancia de la fauna de mujeres que desfila sagradamente entre las duchas y vestidores. Flacas, gordas, me da lo mismo, yo miro pubis, piernas, caderas, rollos, tetas, potos, manchas, lunares, cicatrices, pelos, contornos, colores y no dejo de mirar hasta que se encreman enteras y se ocultan al final bajo prendas que son el reflejo de lo que ven de sí mismas. Todas sin excepción, basan su selección en un principio de 2 reglas, vestirse según lo que quieren mostrar y/o lo que quieren ocultar...

Este miramiento indiscreto primero partió para cahuinear yo creo, para compararme, (porque a mi sexualmente las mujeres no me van) y de tanto mirar para darle tema a conversaciones entre mi ego, mi yo y mi súper yo, me salió este volón ¿qué es lo que ven las mujeres cuando se ven?.

Un día me senté cerca del único espejo del camarín y observé que todas ejecutábamos la misma maniobra, pararse frente a él, mirarse de frente, mirarse de lado, admirarse por un período relativamente corto, (para que nadie cache), para luego concentrar la mirada en algún defecto (imaginario o no) y terminar rápidamente la sesión de autocomplacencia.

Así fue como hice un racconto estilo Ego, en Rattatuille, de mi época discotequera a los 15 años, cuando con mis amigas juntábamos 5 closets para elegir qué ponernos en la noche. Lo que más recuerdo aparte del hopo, las chasquillas paradas con laca y las chaquetas con hombreras, era cómo nos veíamos a nosotras mismas: "Tengo el cuello corto", "tengo las piernas chuecas", "el pelo feo", "los hombros caídos", "soy demasiado chica", "no tengo tetas", "no tengo poto" y todas esas frustraciones sólo se tapaban con la ropa de una amiga. Hoy ¡como quisiera ser como cuándo tenía 15!, eso me lleva a reflexionar, que cada vez que nos miramos en tiempo presente, vemos lo peor de nosotras mismas, (no es que me sienta una Miss Chile, figúrese!!, esto lo digo para demostrar que el presente, es cuando estamos mejor que nunca) y esa percepción no termina con el tiempo, a los 15 te ves mal, a los 20, a los 30 y a los 40 te sigues mirando frente al espejo para después correr a tapar defectos a veces imaginarios, ¿algún día termina esta auto-tortura?.

¿De dónde viene este sentido auto-destructivo?, hoy veo claramente que hay un modelo femenino que alcanza el 5% de las mujeres y que desea tener el 100% de los hombres, pero no recuerdo que a los 15, ¡mis 15!, ese fuera el tema. ¿Está en nuestra naturaleza negarnos?, ¿nos lo legó Pedro cuando negó a Jesús 3 veces antes que cante el gallo?, ¿de dónde viene?, pero principalmente ¿cómo me convenzo que soy bella, la envidia de muchas mujeres que darían lo que fuera por tener mi cuello corto, mis piernas chuecas y no sus defectos imaginarios?, ¿cómo hacemos para convencer a nuestras hijas de que son hermosas hoy y también lo serán mañana?, y finalmente ¿es importante verse a si mismas perfectas, o se vive y se muere así, por los siglos de los siglos amén?, tal vez este pensamiento autodestructivo mantiene en equilibrio del planeta, digo yo...

Hay una dualidad muy compleja en este tipo de relación que tenemos con nosotras mismas, por un lado, nos queremos y cahuineamos internamente por las pechugas pencas de la mina que se está duchando al frente, pero por otro, todas desdeñamos frente al espejo lo que somos.

Ahora me voy, porque a las 13:00 llega a nadar un grupo de viejitas que me encanta mirar, pensando que así de bello se verá mi cuerpo cuando cumpla 60!, después les cuento.

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