jueves, 28 de octubre de 2010

Los negocios que dejé de hacer

Hace unos años estaba pensando cómo poder ayudar a tanto maestro chasquilla a salir del anonimáto y estar vigentes en el mercado y se me ocurrió algo así como: www.zapatero.com y no lo hice.

Años mas tarde inventé un servicio en el que otra persona hiciera tus trámites, pero alguien me dijo que eso jamás tendría valor para los usuarios y ahora se llama: www.mistramites.cl, después inventé un sistema para que uno viajara más cómoda en los buses, pero el prototipo nunca llegó a ver la luz. También inventé un negocio que se dedicara a crear estas competencias de las que justamente adolecemos los chilenos, la capacidad de emprender, nunca lo hice y hoy se llama: http://www.momentocero.cl/ (muy buenos ellos, mucho mejor de lo que yo había creado), finalmente ayer inventé un sitio web que se dedicada a informar sobre la Huella de Carbono de nuestro país y al que le lancé la idea, ya compró el nick, me alegro por él...pero ¿qué me pasa, pienso con la puerta abierta?. Nooooooo, lo que pasa es que soy incompetente conmigo misma y esa cosa no se aprende en la vida o en la U, se trae en los genes, es como una memoria genética (ya dirán algunos que se aprende, OK, pero algunos no tienen tampoco la habilidad de aprenderlo..)

En todo caso, el punto no soy yo, si no el hecho de que needish está llego de sujetos pidiendo a gritos donde invertir su plata y hay sólo un par de pelagatos capaces de proponer un negocio y mas encima ¡nadie los pesca!, es invalidación social absoluta!.

El 99% de los trabajadores odia su trabajo, el 50% de ellos tiene sus luquitas guardadas, el 35% son profesionales universitarios, pero sólo el 5% tiene la capacidad y habilidad de crear una empresa, todos los demás (y me incluyo), somos como fardos listos para engordar el culo en la silla de alguno de los pocos weones que componen ese 5%. Es tautológico!

Yo sueño con ser empresaria, con dejar de tenerle miedo al futuro, le tengo pánico al fracaso, a no tener plata para pagarle un buen colegio a los niños, a perder la casa, pero ¿seré realmente capaz de pasar los 30 años que me quedan de vida laboral sirviendo a los propósitos de otros?. Yo creo que no, creo que todo tiene un límite y si no soy capaz de hacerlo, realmente me sentiré una fracasada. Para eso nací, para vencerme a mi misma mierda, y bueno...(estaba a punto de autocensurarme, de autochaquetarme ¿cacharon?, porque como van a estar leyendo estas webadas quizás que mierda pensarán), en fin... ¡VOY A LOGRARLO!

jueves, 21 de octubre de 2010

Soy mala madre

Hace unos días leí en el Diario de una mujer inglesa que confesó en su blog que era mala madre y que estaba enamorada más de su marido que de sus hijos y que no había ningún relajante que sirviera para soportar lidiar con sus 4 hijos, levantando la ira y las críticas sociales de sus dichos, pero también alivianando la carga de millones de mujeres en el mundo.
Guardando las proporciones, rescato que alguien haya hecho por mi lo que yo no pude: confesar que no soy y nunca seré "super mamá".



Yo me crié en un pueblo chico del sur, en un régimen totalmente desigual entre padres e hijos y en el marco de una formación católica de corte "castrador", por decirlo de alguna manera. Dios era capaz de leer hasta los pensamientos y condenarte por ello y todas las desgracias personales eran responsabilidad y castigo por nuestros malos actos. Bajo esa premisa, creo que sólo pude canalizar lo que me pasaba bajo el nombre de "depresión post parto", después de que nació mi primer hijo.



Siempre atenta a tratar de entender lo que me pasaba, escuché decenas de relatos de mis amigas y con envidia miraba a las que después de ser carreteras, sexualmente promiscuas, castas y devotas e incluso individualistas, pasaban a engrosar el segmento de "super mamás"; esas capaces de estar toda la noche con la guagua en brazos, que la hacían dormir en brazos, que les aguantan las mañas, que no permiten que nada les produzca un razguño, que duermen con ellas hasta los 12 años, que dan teta hasta el año y tanto, que no retan y una larga lista de actitudes incomprensibles para mi. Yo en tanto, cada vez que hacía un intento de comportarme a la altura de una mamá modelo, terminaba aburrida y me sentía profundamente ajena a mi misma y ahogada, ¿porqué?, si yo también amo a mis hijos y moriría en la cruz por ellos, entonces ¿porque no me gusta estar con ellos?.

Para colmo, todo esto en el marco de lo indecible y siempre muerta de susto de que Dios me descubriera y castigara. Muchas veces apliqué la técnica de los chinos, descrita tan dulcemente por Ling Yutang, de decir en voz alta "pucha, que lástima que mi hijo esté tan enfermo y sufra tanto", para que Dios (o "los Dioses", en la versión de Yutang), no repararan en Simón y lo enfermaran hasta la muerte. Otras veces al final del Padre Nuestro y Ave María nocturno, terminaba mi plegaria con un: "Señor Jesus, no permitas que mi bebé sufra más, porque suficiente lo hacen sufrir su papá y su mamá" (porque César igual tenía que caer al saco a pesar de que él pertenece a la raza de "super papás"), o sea, impensable confesar que muchas veces hubiera preferido que no existieran, (qué horror, lo dije!).


¿Cómo confesar que fue una lata atroz dar pecho, que me carga que me pateen mientras duermo, que salten sobre mi en la cama, que me vomiten, que el olor de la caca me da nauseas, que jugar tirada de guata en el suelo, no me nace?



Yo amo a mis hijos, me derriten su mirada, sus manitos y sus pequeños logros, pero eso a mi no me hace una mujer plena, yo soy plena con mi marido. Prefiero salir a comer con él, beber un vinito blanco a la luz de la luna en la terraza, hablando de temas distintos a los niños. Yo amo mi trabajo, que he tenido que dejar de lado, porque en toda esta historia hay perdedores y en mi lista de prioridades la pega y yo hemos quedado con rentabilidad negativa y ahora a partir de este momento, debo empezar a trabajar para que pueda volver a los primeros lugares del ranking.

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