Si mi hijo y yo nos parecemos, pues entonces voy a hablarle con un lenguaje que para mi fue fundamental en mi infancia, y al que lamentablemente tuve poco acceso, dado la época y los recursos. El cine. Soy una convencida de que aveces no hay palabras para explicarle a los niños cómo funciona este mundo y cómo pueden enfrentarse a él, así que cedo a los iluminados del cine la palabra. En un momento estaba yo hablándole de cómo Tim Burton había imaginado y creado un mundo para esta película, las casitas de colores, los jardines, la vestimenta, cómo había logrado reflejar un aspecto de la cultura de la sociedad, cómo había creado la mecánica para los inventos del padre de Eduard, hasta cómo hizo a Eduard en sí, todo este discurso para llegar a la clave que era la IMAGINACIÓN y ahí fue que me llegó el mazazo. "Mamá - me dijo Simón- mi imaginación ya se llenó (y con sus manitos se agarraba la cabeza con su teatralidad acostumbrada para mostrarme el punto exacto donde estaba ese almacén), mi cabeza está llena de tantas cosas que ya no me queda espacio, sólo puedo vaciarla soñando".
Días atrás había estado hablando con César sobre qué está pasando con la poesía, de dónde van a sacar los textos que nutran la música de las nuevas generaciones, en verdad la cosa yo no la veo muy bien, siento que hay generaciones completas de niños sembrados para la ingeniería y la medicina, una carencia de expresión, casi nadie puede decir las cosas que quiere decir, con un lenguaje trascendental; las palabras se han vuelto concretas; siento que la metáfora vuela bajito, la creación está personalizada, ha perdido su universalidad y que mi hijo a los 7 años ya ha visto el fin de su propia imaginación; la profecía es que sino tiene tiempo para soñar, el colegio le va a llenar la cabeza de lenguaje y matemática intrascendente.
El cronómetro empieza a correr en contra de los poetas el día que entran al colegio, no digo jardín, digo derechamente "COLEGIO". Me fui al refrigerador y conté que de los 5 días de la semana 4 tiene lenguaje y matemáticas, 1 hora de música, 1 de arte. No soy ninguna genio, eso creo que está archi sabido. Lo que me dio pena es ver en los comerciales niños creando, imaginando, niños con las manos llenas de color, afiches con niños sentados en el pasto el tiempo que dura la foto, nos venden la educación como el McDonalds nos vende hamburguesas, con una imagen falsa. Hago memoria de los libros que ha leído Simón estos últimos dos años, de sapos que son amigos, con amistades ideales; de niños que reconocen sus errores, donde es malo gritar y equivocarse; de una polilla estrecha de mente que en vez de irse a las estrellas vuelve al baúl; así, entiendo lo que siente cuando le dicen que él no es lo que se espera en el colegio, que su exquisito mundo propio no tiene cabida en su espacio de formación; que su rendimiento, su capacidad y su interés por aprender sólo son válidos si tiene el poto amarrado en la silla los 45 min que dura la clase. No le queda otra que ir alienándose para ser aceptado. Simón ha iniciado el viaje hacia lo concreto, pronto perderá el hilo mágico que nutre el Simonicosas, su cabecita se llenará lentamente de matemáticas y lenguaje para el Simce.
Los poetas se nutren de la desventura, la rabia, el mal comportamiento. Se nutren de comportamientos viscerales, del ensayo y el error, del amor, la pasión, los garabatos, la literatura incorrecta, del cine de terror, de las películas para mayores. Los poetas se nutren de la transgresión, sino, ¿cómo llegan a volar tan alto?. Creo que mi hijo necesita un lugar dónde pueda hacer lo que se le ocurra, de una familia que le diga que lo que él cree que es el garabato máximo de la vida, no es nada comparado con un cuento suyo. Así tal vez mantenga por unos años más lo que lo hace único, ser quien es.